lunes, 18 de octubre de 2010

Mariposas en el estómago

Esta mañana, mientras salía del metro, me he sentido sola. He visto a una madre de la mano de su hijo y rápidamente lo he comprendido. Me faltaba la mano de mi Gordito. Parece mentira, pero me he acostumbrado tanto a él, a llevarle en su carrito, en su triciclo, con la bici, de la mano, tirando de él, en brazos, etc., que, ahora, al ir sola, me sentía vacía. Y unas mariposas han llenado mi estómago.

Era como el sentimiento de las primeras veces que quedas con alguien, algo que la rutina hace que desaparezca, pero es un sentimiento tan bonito, como las palabras que suelen describirlo, mariposas en el estómago.

Algún día me tendré que acostumbrar de nuevo a que mi pequeño quiera ir solo y se suelte cada vez más de mi mano, que se aparte de mi lado, incluso, que no quiera salir conmigo a la calle. Pero, mientras tanto, habrá que aprovechar...

martes, 12 de octubre de 2010

Mal de muchos...

Durante este largo puente he leído un artículo titulado "Me veo como mi madre en los setenta" y la verdad es que me he deprimido bastante. Tengo 35 años, llevo casi un año en el paro y un hijo de casi tres. Mis opciones laborales son muy, muy escasas. Así que, después de que mis padres se esforzaran por darme una educación que ellos no tuvieron, para que tuviera una buena carrera y un futuro profesional brillante, me he quedado estancada.

Y ahora estoy en la misma situación en la que se vió mi madre, aunque con un título colgado en la pared (bueno, no exactamente, creo que está en algún sitio del trastero, nunca me ha preocupado ese tipo de cosas). Y con esto no quiero menospreciar el trabajo de mi madre, para nada, estoy superorgullosa de ella y la echo muchísimo de menos, todos los días, y siempre le estaré muy agradecida por todo lo que me dio.

Sin embargo, no puedo dejar de pensar que esto de la liberación de la mujer y su incorporación a la vida laboral no es más que una tomadura de pelo. Nos han invitado a estudiar, nos abren las puertas de las empresas, en algunas compañías, incluso, te dejan tomar puestos de responsabilidad... pero cuando decides formar una familia, la cosa cambia.

De la noche a la mañana, esa empleada ejemplar es vista con otros ojos, aunque sigue desempeñando su trabajo con eficacia, más que el resto de los compañeros masculinos (éste es otro problema de las mujeres, tenemos que demostrar lo que valemos más que los hombres). Y luego, que si la baja por maternidad, reducción de jornada, etc. Y para la empresa, dejas de ser rentable (eso alegan).

Así que al final te ves obligada a volver a casa, pero bueno, todavía tienes tu familia, piensas. Pero el tiempo va pasando... Mientras vas cobrando el paro, bueno, al menos todavía aportas algo a la economía familiar... y qué pasará después? Llegará un momento que tendrás que depender económicamente de tu pareja, tú que siempre habías alardeado de tu independencia. Ni siquiera tendrás tarjeta de la seguridad social, serás una beneficiaria de tu pareja, serás una ama de casa y te dedicarás a las tareas del hogar... (por cierto, la Comunidad de Madrid ya indica que mi situación laboral es tareas del hogar, sino desempleada, algo es algo...)

Y mientras sigues buscando trabajo, pero nada de nada, mucha oferta para becarios, muchas empresas que descartan tu candidatura (será porque estoy en edad de merecer???) y día a día te sigues deprimiendo y cayendo en un pozo sin fondo. Tampoco te arreglas, total, no te ve nadie y hay días en los que sólo te apetece ir de la cama al sofá y del sofá a la cama (pero no precisamente como en el anuncio de Ikea)...

Y lees que no eres la única, que en la actualidad hay muchas mujeres que están en tu misma situación. Y te viene a la memoria el viejo dicho de "Mal de muchos, consuelo de tontos" y sueltas una sonrisilla. Y, como decía una de tus heroínas de la niñez, Escarlata O'hara, "mañana será otro día" y quizá mañana me toque la lotería o encuentre trabajo o tal vez mi pequeño me dirá lo importante que soy para él...